domingo, 16 de agosto de 2015

Pardo Bazán a Pérez Galdós: “Yo haría por ti no sé qué barbaridad”. Los dos escritores vivieron una pasión sin tabúes, alimentada en encuentros clandestinos por España y Europa.


De entrada, para entenderla, conviene liberarse de corsés como la imagen de matriarca oronda de Emilia Pardo Bazán o ese retrato de Sorolla que atrapa a Galdós a punto de despeñarse por la rampa de los cincuenta. Entre 1888 y 1890 compartieron horas sin ninguna circunspección. “Le hemos hecho la mamola al mundo necio, que prohíbe estas cosas; a Moisés que las prohíbe también, con igual éxito; a la realidad, que nos encadena; a la vida que huye; a los angelitos del cielo, que se creen los únicos felices, porque están en el Empíreo con cara de bobos tocando el violín… Felices, nosotros”. Todo dicho.

Si quieren literatura erótica, lean las cartas que Pardo Bazán dirige a Pérez Galdós, recogidas en Miquiño mío (Turner), por Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández. “Te como un pedazo de mejilla y una guía del bigote”. “Yo haría por ti no sé qué barbaridad”. “En cuanto yo te coja, no queda rastro del gran hombre”. “En prueba te abrazo fuerte, a ver si de una vez te deshago y te reduzco a polvo”.

Emilia Pardo Bazán: Una emancipada del XIX.

Después de separarse de José Quiroga de buenas maneras, Pardo Bazán tomó decisiones tan drásticas como impropias de dama decimonónica. Ganarse la vida: “Me he propuesto vivir exclusivamente del trabajo literario, sin recibir nada de mis padres (...) esta especie de trasposición del estado de mujer al de hombre es cada día más acentuada en mí”. Vivir libre de ataduras, aunque sean de Galdós: “No te acongojes pensando en el porvenir (...) cualquier mujer mejor que yo (¡y hay tantas!) te querrá entrañablemente”.

Fuente: cultura.elpais.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario