viernes, 26 de agosto de 2016

George Steiner, Luis de Góngora y Miguel Delibes: Una mirada a nuestro mundo.

A vueltas con el libro de George Steiner, Fragmentos,  hoy me ha llamado la atención su fragmento titulado : "Canta dinero a la diosa". De él he extraído un trozo, que aparece más abajo, en el que plasma con crudeza la terrible e injusta situación que vivimos en nuestro mundo. La verdad es que leyéndolo me han venido a la mente otros dos autores que también escribieron sobre esta cuestión. Son Luis de Góngora y Miguel Delibes. Uno con su poema titulado: "Poderoso Caballero es Don Dinero", y el otro con su discurso de ingreso en la Real Academia que tituló: "Un mundo en la agonía"

He aquí el trozo que he seleccionado de la obra de Steiner: "La corrupción es el aliento de la política, del mercado. ¿Hay algo que no esté en venta? La acometida para obtener ganancias depreda lo que resta de nuestros bosques, devasta los océanos, contamina el aire. En el capitalismo urbano de la megalópolis, pero también en la miseria de las barriadas, el alarido del dinero nunca ha sido tan descarado como ahora. Raquíticos niños escudriñan la basura tóxica en busca de desechos que puedan vender; conglomerados multinacionales explotan el mar abierto en busca de petróleo y de metales preciosos; las cosechas se valoran cando son lucrativas y lo que se cosecha es "dinero". Los encantos fiscales del contrato prenupcial toman las riendas de la noche de bodas. Los anuncios de pantimedias interrumpen los documentales sobre Auschwitz que se pasan en la televisión. Hasta ahora solo una cosa ha logrado evadir el soborno: la muerte."

Aquí tenéis una versión musicada por Paco Ibáñez del poema de Góngora.


El discurso de Miguel Delibes comienza así: "Debo reconocer que la elección de tema para mi discurso de ingreso a la Academia no me ha sido fácil. El carácter literario de la misma, me empujaba, casi fatalmente, en este sentido. Pero, ¿cómo meterme en Literaturas ante un auditorio tan competente en esta materia? Estaba, por otra parte, la actitud de mis compañeros periodistas, después de mi elección, poniendo el acento en mi vocación campestre; «Un cazador a la Academia», «Del campo a la Academia», «Un cazador que escribe», fueron titulares frecuentes en diarios y revistas en aquella efemérides. ¿No estarían ellos, al sentar estas afirmaciones verdaderas, abriéndome el cauce por donde mis palabras deberían discurrir? ¿Por qué no traer a la Academia una de las preocupaciones fundamentales, si no la principal, que ha inspirado desde hace cinco lustros mi carrera de escritor? ¿No es mi concepto del progreso algo que está en palmaria contradicción con lo que viene entendiéndose por progreso en el mundo de nuestros días? ¿Por qué no aprovechar este acceso a tan alto auditorio para unir mi voz a la protesta contra la brutal agresión a la Naturaleza que las sociedades llamadas civilizadas vienen perpetrando mediante una tecnología desbridada?"

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