lunes, 12 de junio de 2017

Neurociencia, lectura y literatura infantil. Un artículo de Juan Mata, Universidad de Granada.

Lamentablemente, la literatura infantil y juvenil navega aún entre el desconocimiento, la infravaloración y el uso pedagógico o moralista. El extraordinario patrimonio de libros escritos para niños y jóvenes está empequeñecido por consideraciones que poco tienen que ver con el valor literario, ético o psicológico de esos textos.

[...] El mundo académico no acaba de proyectar sobre la sociedad la imagen relevante que la literatura infantil y juvenil necesita y merece. Se la sigue juzgando aún con criterios obsoletos y a menudo incongruentes. Para avanzar, es necesario renovar métodos de análisis, objetivos y lenguajes, así como establecer lazos estrechos con otros campos de conocimiento, como la neurociencia, la psicología o la filosofía. La literatura infantil y juvenil no puede seguir siendo considerada un producto menor de la inteligencia y la creación humanas, como si su valor estuviese en proporción con la menor edad de sus destinatarios. Es preciso enaltecer su significado y, en ese sentido, las investigaciones provenientes del campo de la neurociencia pueden ser de gran ayuda.

En los últimos años se han realizado numerosas investigaciones que arrojan luz sobre aspectos de la lectura literaria que pueden servir para entender mejor qué ocurre en el cerebro humano cuando leemos y en qué medida las ficciones repercuten en los lectores, incluidos los más jóvenes.

[...] Estas evidencias muestran que la lectura de textos literarios activa numerosas áreas del cerebro y modifican significativamente su estructura, una cuestión nada banal, pues vendrían a señalar cómo los textos de ficción, también los destinados a la infancia, pueden influir en el pensamiento, las emociones y el comportamiento de los seres humanos. Y deberían servir asimismo para fecundar las reflexiones sobre la literatura infantil y juvenil, para hacernos considerar que, como ocurre con la literatura escrita para los adultos, la lectura de esos textos afecta al funcionamiento del cerebro de niños y jóvenes, que es como decir a la vida misma.

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